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Ser inmigrante es ser representante de tu país las 24 horas del día.

Has salido de tu país, de tus costumbres, de tu idioma en ocasiones. Has dejado tu círculo de confianza, tu zona de confort, para buscar ese «algo» que te hacía falta. Seamos sinceros: nadie en su cabal juicio sale de su zona de confort y de lo que conoce, a la aventura sin tener motivos.

Estos pueden estar contextualizados y matizados de distintas formas: económicos, políticos, culturales, emocionales, psicológicos… Migrar es más complicado de lo que puede parecer, pues estás cambiando de país, cultura, amigos, comida, clima, calles, tiendas, idioma (sí, porque aunque sigas hablando español, existen modismos que costaría entender)y…por qué no mencionar que hasta el aire cambia. Pero lo hacemos por la necesidad de encontrar ese «algo».

Adáptate, como la casa al árbol…verás como todo se vuelve más llevadero.

Ahora bien, si llegamos a ese nuevo contexto, buscando «algo» y seguimos manteniendo nuestras viejas costumbres de comernos la luz, poner la música a todo volumen, de la rumba hasta altas horas de la noche, de correr como un desquiciado con el coche por la calle, de beber hasta reventar….pues no lo estaremos haciendo bien.

Estás trayendo contigo esa misma cultura que, al final del caso, terminará opacando las oportunidades que buscas. Ese creer que eres dueño del mundo y que puedes hacer lo que te da la gana, no funciona.

Ese comportamiento errado, en un país donde recién te estás insertando, es lo que hace que no sólo te cierren las puertas a ti, sino a todos tus congéneres.

Ser inmigrante es ser representante de tu país las 24 horas del día. Juzgan a tu pueblo de acuerdo a tus hechos, y de ti aprenden algo nuevo.

Tú eres el único enlace entre ambas culturas, no intentes imponer la tuya…simplemente reconócela como tu raíz y agradécela pero comprométete en dejar en alto el nombre de tu tierra. Tienes la oportunidad de demostrarlo con tu ejemplo.?

En tus dos maletas, hay cosas que no tienen cabida. Y la primera de ellas es la ya conocida «Viveza». Esa hay que dejarla enterrada allá, de donde partiste. No se justifican los abusos a la convivencia, la violación de leyes y la no adaptación, sólo por querer dártelas de vivo.

Otra cosa que no cabe en la maleta es la falta de humildad. Recuerda que el mundo no se arrodillará por tu clase social o por tu título, existen países donde esto no es un requisito indispensable, porque con un empleo sencillo pueden obtenerse los medios para vivir.

Hemos visto casos en los que esta falta de humildad hace que el inmigrante rechace trabajos porque no son de su altura y luego por falta de recursos debe regresarse a su país de origen.

Además de estos factores de inadaptación, existen algunos inherentes al comportamiento propio en la nueva tierra: Tomar decisiones incorrectas que te hacen perder dinero, creer que estás de vacaciones y gastar a manos llenas, la excesiva necesidad de estar rodeado sólo de tus conciudadanos sin compartir con los locales y aprender de ellos las costumbres y cultura, y la ilegalidad.

Sí, por más lindo que te digan que es un país o que es la moda vivir allí, si no tienes permisos para tener una vida legal, estarás condicionando tus posibilidades de éxito y aislándote por temor a ser encontrado.

Podríamos seguir con una larga lista de factores, pero lo importante es adaptarte a la nueva sociedad, hacer amigos, aprender la cultura, modismos, comenzar rutinas nuevas…no compliques más el proceso de migrar que ya de por sí lo es.

¿Qué recomendaciones podemos darte para mejorar tu adaptación?

Aprende el idioma. Sea Inglés, chino, ruso, francés….o el mismo español. Pues sí, cada región, así hable el mismo idioma, tiene jergas y modismos por aprender y hay muchas de estas cosas que no están en los libros, porque el idioma va más allá de las palabras…es pertenecer.

Aprende de historia. Conociendo de ella, entenderás la visión de las personas con las que convives y cómo se ven a sí mismos. Esto te da seguridad, te permite entender por qué ese país está como está. Conversa con mayores, que son una fuente de conocimientos indescriptible, ellos te narrarán esa historia que no está en los libros (que por supuesto te invitamos a leerlos), cómo han vivido esas calles, sus misterios, las vivencias, emociones y recuerdos…comenzarás a apreciar cada paso que das en ellas.


Prepárate al cambio.
Todo es diferente. Ni la hamburguesa ni el pan saben igual, el sabor de la carne es distinto…es normal que sientas nostalgia por tu comida preferida, pero no puedes vivir comprando en tiendas típicas de tu tierra porque, aparte de descapitalizarte por ser más costoso, no aprenderás nada.


Arriésgate
a encontrar tus nuevas galletas favoritas, no hagas de tu vida y tu entorno una mini-nación, no aprenderás nada, aunque te parezca algo tonto. Hasta la forma de empacar los productos es diferente y las comidas son en otros horarios, y la forma de tomar cerveza es distinta en verano que en otoño….encontrarás costumbres que no te gustarán, no lo entenderás, pero ninguna cultura es perfecta.

Tienes derecho a criticarlo y revelarte, pero no a …

No te dejes llevar por lo que los demás te dicen, porque cada experiencia es única. A veces son medias verdades, o mentiras completas. Y existen muchos casos de no adaptación, más de lo que podrías imaginarte. Ante ello, sólo nosotros mismos somos los que podemos decidir ser mejores y enseñar a nuestros hijos desde el ejemplo.

Al hacer nuestras maletas toca decidir las costumbres, principios y valores que llevaremos para compartir y enseñar a las futuras generaciones, y los que nos permitirán reinventarnos y construir, en conjunto con los nuevos aprendizajes, la realidad deseada.

Legalízate. Es uno de los pasos más importantes para integrarte.

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