Cuando decides emigrar, no es sólo intentar llenar dos maletas con todas tus cosas, con todo tu pasado y tus sueños de mejor futuro. Es un cambio de vida completo, que transcurre de una forma muy ruda en ocasiones para algunas personas.
Ya te hemos comentado en nuestro artículo anterior «la gestión emocional del inmigrante«: Es un proceso comparable a volver a nacer. Porque sí, ya no eres «el dueño de», o «el amigo o hermano de», o «el ingeniero»…no… eres ahora un simple ser humano, definido completamente por tu corporeidad, desnudo ante una nueva vida, una nueva oportunidad.
¿Qué queremos decirte con esto?: que lo único que vale ahora son tus talentos, tu saber hacer, tus habilidades, pero no tus títulos. Al emigrar «tienes que» bajar el listón. Tienes que cambiar tu forma de ver la vida, tu forma de asumir tus frustraciones, inclusive tu forma tradicional de reaccionar ante las situaciones, puesto que, haciendo un símil con una sala de teatro.
Es un público distinto a lo que venías acostumbrado. Comienzas a valorar cosas y situaciones que antes pasaban desapercibidas. Y bajar el listón no solamente desde el punto de vista emocional, sino también desde tus expectativas. Sólo hay una palabra para ello: Transformación. De oruga a mariposa, de forma literal.
Al salir de nuestros países, siempre tenemos la idea de que vamos a abrirnos a un mundo lleno de nuevas oportunidades. Pues bien, es así. El problema radica en que vas con la cabeza llena de ideas preconcebidas, y de actitudes que asumías en tu país de origen, que si bien pudieron en su momento ayudarte a salir adelante.
En esta nueva realidad lo que pueden lograr es estancarte y aislarte. No funciona aquella máxima de «como vaya viniendo vamos viendo». No. Ahora hay que planificar hasta el último centavo, porque si no lo haces puedes llegar a terribles consecuencias.
Ajústate a tu nueva realidad: No eres el ingeniero que solías ser, o el gran comerciante que eras, o el propietario de aquel prometedor negocio de electrónica.
No. Ahora eres un soldado raso, luchando por sobrevivir en la guerra. Ya tu curriculum no puede decir: Soy Ingeniero Industrial, graduado con honores, con 5 postgrados y un doctorado en Procesos, porque primero, no estarás homologado de entrada (y ahora que los procedimientos se han burocratizado imagina cuán engorroso y tardío puede hacerse esto) y segundo que así como tú hay muchos graduados nacidos en este país, con la misma preparación, inclusive más jóvenes.
Tienes que volver a tus talentos iníciales, a lo básico. Ahora eres aquel joven que, comenzaste siendo camarero en el bar de tu vecino limpiando mesas, que hacías collares para los cumpleaños de tus amigas…vas a desarrollar nuevas habilidades que quizás desconocías, te renovarás y te expandirás hasta límites que nunca sospechaste, valorarás nuevas cosas… te adaptarás a tu nuevo medio
Sólo así surgirán las grandes oportunidades, que antes, cuando venías altivo no encontrabas. Es la humildad, es aprender, lo que te va a llevar a una nueva dimensión, a crecer de nuevo. Si no dejas tu viejo caparazón, difícilmente te podrás adaptar a tu nuevo medio, no engranarás en esta nueva cultura.
Como anécdota… algunos de nosotros al llegar a este país hemos estado en salas de selección con chicos mucho más jóvenes y preparados de lo que podríamos imaginar. Psicólogos, sociologos con dos carreras…aplicando al mismo empleo que tú.
Pero, ¿sabes qué es lo que realmente brilla? Tu actitud y esa humildad que trae el haber aprendido muchas lecciones de vida, que seguramente esas tiernas criaturillas no han pasado. Hay seleccionadores que ven y aprecian este tipo de cosas, así estés aplicando al empleo más básico que pueda existir.
Cada proceso es único, es una gran verdad. Y no a todas las personas les llegan las oportunidades de la misma manera. Puede ser que tengas que aprender muchas lecciones previas antes de alcanzar el éxito. Ante ello, manejar tus frustraciones y no dejarte vencer es básico. Es que, quizás, tengas que bajar un poco más el listón y mirar a tu alrededor
